¿Sabías que antiguamente se creía que el desarrollo hormonal de la mujer impedía el intelectual? Hoy esas creencias están desterradas, pero aun así, la experiencia de una mujer con altas capacidades sigue siendo muy diferente a la de un hombre, en gran medida, porque sus experiencias de socialización son muy distintas.
Todos construimos nuestra identidad a partir del deseo de ser aceptados y queridos. Por esto las creencias, expectativas y presiones de padres, profesores, amigos, hacen que un niño y una niña en desarrollo adopte las conductas que él o ella ha aprendido que son apropiadas para su género. Durante toda la vida, a través de micromensajes, bromas, canciones o aparentemente inocentes actitudes cotidianas, se refuerzan roles estereotipados, instaurando características aceptables y ámbitos “vedados” para cada género. En el caso de los hombres, el modelo masculino estereotipado les niega la expresión de su sensibilidad, de la emocionalidad y el reconocimiento de su vulnerabilidad. En el caso de las mujeres, la estereotipia de género las aleja de la búsqueda apasionada de descubrimientos, de la investigación, del debate, el pensamiento reflexivo e innovador. O sea, de lo que define a una persona con capacidad compleja o AACC.
Así, las mujeres brillantes suelen sentirse atrapadas en varias dilemas:
-Talento vs. feminidad estereotipada. Diferentes estudios han demostrado que algunas mujeres creen que, si son demasiado competentes o inteligentes, serán rechazadas por sus compañer@s o no serán deseables para una pareja. Ser mujer, decidida, inquisitiva, ávida, puede no ajustarse a lo que la sociedad y la familia espera en una niña. Y justamente, su capacidad de la captación de los deseos de los otros que caracterizan a la persona altamente capaz, refuerza ese deseo de complacer y adaptarse, especialmente a las expectativas maternas, paternas y de la sociedad. Ante el temor den no ser apreciadas, muchas adolescentes brillantes “deciden” ocultar su capacidad y amoldarse a los roles que el grupo les demanda. Al percibirse distintas, hacen mucho esfuerzo por camuflarse para ser integradas por sus pares. Esto influye devastadoramente en el desarrollo de su potencial, debilita su autoestima, “difumina” su identidad y genera conductas de invisibilización. No es de extrañar que son tan pocas las niñas identificadas con AACC: En la primaria la proporción de chicas y chicos identificados en de 45 a 65. Pero en la adolescencia varía a 25-75. En esta etapa, el conflicto entre lo que son y quieren ser en contraposición con lo que se supone que deben ser puede provocarles ansiedad, culpa y llevarlas a la pérdida de confianza en la capacidad propia. Y, al no aceptarse a sí mismas, no se enfocan en rodearse de amistades de capacidad similar.
-Roles sociales estereotipados. Para ser aceptadas, las niñas tienden a definirse en relación a los demás y terminan permitiendo que otros controlen su destino. Al responder a las expectativas de ellos en vez de a las suyas, hacen que su felicidad dependa de la aprobación de los demás. Probablemente, los demás las animan a que desarrollen sus potencialidades, pero por otro lado, las orientan a que prioricen aspectos de tipo social. Las reglas sociales a las que están impelidas en general se plantean en términos de responsabilidad ante los otros (la “ética del cuidado”), lo que les hace difícil, sino imposible, poner sus propias necesidades por delante de las necesidades de aquellas personas por las que se preocupan.
–Estereotipos en relación a las ocupaciones y profesiones. En muchas familias, los ámbitos científicos, tecnológicos, de investigación, se ven apropiados para los varones. Las humanidades y la docencia se ven más “naturales” para las mujeres. Llegado el momento de elección profesional, en general, las chicas no suelen ser animadas, aunque tengan manifiesta capacidad, hacia el estudio de ciencia e innovación. Por otro lado, muchos padres tienen mayores expectativas profesionales en sus hijos que en sus hijas, hasta llegan a expresar que lo que desean para sus hijas es que “se case con un profesional”, por lo que estas mujeres tienen poco apoyo familiar para cumplir sus ambiciones.
“No se debería analizar las diferencias de capacidad entre los sexos basándose en la eminencia de los logros, sin tener en cuenta que los hombres se han desempeñado y se les ha potenciada en muchos campos, y a las mujeres se les ha delegado a parir, a tareas domésticas y a la crianza, donde la eminencia no es visible” (Hollingworth, 1914)
-Falta de modelos femeninos. La falta de modelos femeninos en el campo científico, filosófico y creativo puede ser una de las causas por las que las chicas brillantes teman ser pioneras en áreas tradicionalmente consideradas como masculinas. En la “historia oficial” de la mayoría de los textos académicos y disciplinas (ciencia, invenciones, decisiones estratégicas, arte, historia) hay muy poca representación femenina. Recién en los últimos años se observan esfuerzos para visibilizar, mediante películas, libros, publicaciones en redes, etc. a mujeres científicas y creativas de todos los ámbitos. Muchas de ellas fueron aprovechadas o “cedieron” sus logros y genialidades a algún hombre, es especial sus parejas. Por ejemplo, esto se relata en las películas Ojos grandes y Una buena esposa. Al no existir suficientes modelos femeninos a los que imitar, la mayoría de las chicas con capacidades complejas probablemente tendrá problemas de identificación.
-Miedo al éxito y al liderazgo. Las investigaciones sobre la atribución de logro ponen de manifiesto que las mujeres tienden a atribuir el fracaso a factores internos (falta de habilidades) y el éxito a factores externos (suerte, esfuerzo), al contrario que los chicos, que confían más en sus destrezas. Muchas mujeres con altas capacidades consideran que tienen menos aptitudes que las que tienen en realidad, sufren inseguridad ante la duda de equivocarse y parecer estúpidas, o se sienten como un fraude, con miedo a ser descubiertas (Sindrome del Impostor). Creen que si son perfectas ya nadie podrá “descubrir su trampa”, e invierten gran cantidad de energía en ser las mejores alumnas, las mejores deportistas, las más delgadas, las más populares. El perfeccionismo hace que no se fijen objetivos razonables para sí mismas, lo que aniquila la autoestima y puede provocar hasta trastornos alimentarios. Sumado a que la mayoría de las chicas aprecian poco la atmósfera de competición y de individualismo, probablemente irá evitando las oportunidades en las que pudiera destacar, y va “aprendiendo a perder”. Varias frases describen estos fenómenos: la “Indefensión aprendida”, la “Profecía autocumplida”, el “Efecto Pigmalión Negativo”. ¿Qué caminos toman las mujeres brillantes ante ese miedo al éxito? (a) Algunas se convencen que no les interesa las actividades intelectuales (b) Otras se dedican a su desarrollo intelectual acorde a su potencial y motivación, pero a costa de desequilibrio psíquico y conflictos con los demás (c) Muy pocas dan prueba de una gran fortaleza, muchas veces buscando ayuda externa, y siguen actualizando su potencial, luchando por preservar el equilibrio que desean en la vida.
Orientaciones para la familia, educadores y sociedad en general
Podemos concluir que las mujeres son una de las poblaciones más especiales y vulnerables dentro de las personas brillantes y con capacidades complejas. Escribo estas recomendaciones esperando contribuir en lograr pequeños-grandes cambios a esta realidad:
- Identificar a su hija como AACC e interiorizarse sobre sus particularidades y necesidades.
- Poner foco en su desarrollo emocional, más allá de su desarrollo cognitivo. Fortalecer su autoconocimiento como persona con características no típicas, su autoestima, potenciando sus sentimientos de propia capacidad, aceptando su talento y ayudando a interpretar sus multipotencialidades.
- Reforzar su seguridad afectiva, autoaceptación y confianza, transmitiéndole altas expectativas sobre ella y haciéndoles ver que pueden tener éxito en lo que les apasiona y que no necesariamente les va a condicionar de forma negativa.
- Asegurar que tenga un acceso igualitario a los recursos y motivarla a valerse de ellos.
- En la familia, reconocer su derecho a tener su propia opinión, desarrollar su capacidad crítica y su creciente independencia. Involucrarla en decisiones familiares, según su edad.
- A los padres, trabajar constantemente en su propio crecimiento personal. Son modelos necesarios e importantes para las niñas complejas y brillantes. Manejarse con comunicación clara, evitando los mensajes contradictorios.
- Eliminar el sesgo de género en la asignación tareas familiares y en las actividades del tiempo libre.
- Ayudarle a encontrar compañeros y compañeras afines, quizás en programas especiales o actividades que disfrute.
- Desnormalizar los segos y estereotipos sexistas. Eliminar lenguaje y bromas sexistas. Hablar de estereotipos presentes en programas de TV, series, etc. Armar debates, con temas como: casarse o no, tener hijos o no, deseos múltiples, comprender el impacto de mantener su propio nombre o adoptar el del marido, etc.
- Dar a conocer a chicas y chicos el papel relevante de muchas mujeres en el desarrollo de la cultura y la ciencia, y modelos femeninos con cualquier profesión.
2 Comments
Analía
abril 3, 2023 at 4:30 pm -Excelente Lucía. Te dejo dos haikus que me surgieron 🙂
¿Puedes quererme
aún cuando descubres
que te supero?
Puede que pueda sola,
y sin embargo,
te necesito.
LucidusEditor
abril 4, 2023 at 7:54 pm -Como siempre, tus haikus logran tocar una fibra muy íntima y emocionarme. ¡Qué admirable esa capacidad de decir tanto con tan pocas palabras! Gracias por este aporte sensible, humano y creativo sobre este tema!!!