¿A qué llamamos «inteligencia»?

Convengamos que nadie puede «tocar» la inteligencia. Es un constructo, o sea un término construido o inventado por los hombres para referirse a algo que no tiene existencia objetiva. Dos observadores distintos pueden no coincidir en que una determinada persona es o no muy inteligente ¿Cómo habrá surgido este constructo? Te paso algunos datos…

En 1869, Sir Francis Galton, un inglés muy curioso y al que le interesaban diversas disciplinas, realizó una exhaustiva investigación con familias de personas «eminentes». Publicó sus resultados en el libro “Genio hereditario: una investigación sobre sus leyes y consecuencias”. En ese entonces concluyó que la inteligencia era hereditaria, medible y se traducía siempre en logros notables durante la vida.

Unos años más tarde en Francia, el gobierno francés encarga a Alfred Binet, pedagogo y psicólogo, que cree alguna forma de detectar a aquellos alumnos con déficits intelectuales para proporcionarles un refuerzo de tipo escolar. Para ello crea un test de inteligencia, que se usa hasta el día de hoy, y que da una estimación de la Edad Mental (Stern). Si dividimos esa Edad Mental por la Edad Cronológica, obtendremos un número llamado Coeficiente Intelectual (CI) o Intelligence Quotient (IQ), en inglés.

Pero ¿qué nos dice ese número de la persona? El camino por querer comprender al hombre ha seguido la vía de “diseccionar”, separar, aislar fenómenos, darle un nombre, estudiarlo… para luego comenzar a descubrir que, como parte de la realidad y de la experiencia humana, así aislado, un constructo no puede reflejar la complejidad del hombre. Y que esto no significa que ofrezca “un poco” de verdad, sino que, a los fines de comprender honestamente algo, distorsiona de tal manera la realidad que las explicaciones que ofrece son prácticamente inútiles.

Los investigadores comienzan entonces a ampliar esos pequeños constructos, a agregarle dimensiones. A la inteligencia (en un principio asociada sólo a lo cognitivo), se le suma la Inteligencia emocional. En 1987  Howard Gardner plantea el concepto de Inteligencias múltiples. Sostiene que no existe sólo un tipo de inteligencia sino muchas, y cada una es relativamente independiente de las demás. Definió siete tipos distintos de inteligencia: lingüística verbal, física cinestésica, lógico matemática, espacial, musical, interpersonal, intrapersonal y naturalista ¡Hasta inteligencia  espiritual! ¿Cuántas dimensiones más habrá que ir agregando hasta poder abarcar la inabarcable complejidad del ser humano y de la realidad?

Así, a lo largo de los siglos XX y XXI se ha pasado de la inteligencia psicométrica estática a un actual concepto dinámico y multidimensional, en el que intervienen potenciales heredados, el ambiente y aspectos de la personalidad y la vida emocional. En relación a esta dimensión emocional, la Ilustración positivista las desvalorizó respecto al intelecto. Por ejemplo, Descartes decía que las emociones eran un genio maligno que desviaban a la Razón de su posibilidad de acercarse a verdades objetivas. Actualmente, los descubrimientos de las neurociencias corroboran que las emociones son necesarios mecanismos de adaptación organismo-entorno e una dimensión inseparable a considerar en cualquier persona «inteligente», así como para su crecimiento y desarrollo.

¿Cuál es tu opinión? Me encantaría saberla ¿Cómo describirías a una persona inteligente? ¿De qué depende que lo sea?

2 Comments

  • Niña Axoltl
    junio 5, 2022 at 4:28 am  -  Reply

    Interesante. Cuando lo leí, recordé a un señor de cuarentaypico de años que me contó que, gracias al proceso terapéutico que había iniciado recientemente, descubrió que la intelegencia no se reduce únicamente a lo cuantitativo. De hecho, cuando era adolescente no me gustaban las matemáticas (en realidad, no me gustaba mi profesora de matemáticas), todos los años de secundario me llevé a rendir la materia, nunca le ponía voluntad, iniciaban las clases y me decía a mí misma que en diciembre la iba a rendir. Y, por ese motivo, siempre creí que no era una persona inteligente. Ya pasaron varios años de mi paso por el colegio secundario y creo que, en el imaginario social, aun subyace la idea cuantitativa de la inteligencia. Por eso, el aporte del artículo permite, como dirían los angloparlantes, «look at the whole picture».

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