Desde muy pequeña, recuerdo saltar continuamente de aprendizaje en aprendizaje: guitarra, crochet, cerámica. Le dedicaba mucho entusiasmo a un tema durante un tiempo, y abandonaba el aprendizaje formal de esa actividad (aunque luego continuara tocando la guitarra toda mi vida, tejiendo luego de muchos años para mis hijos, acordándome perfecto cómo se hacía). Muchas veces me han dicho cosas como estas:
“¿Dejaste otra actividad de nuevo?”
» ¿Por qué no te podés enfocar? «
» ¿Cuándo vas a elegir de una vez por todas una profesión? «
«¿Sos irresponsable o solamente dispersa? «
«¡Hacés de todo, pero no sos experta en nada!»
Yo misma me avergonzaba de este aspecto de mí. A los veinticinco me criticaba diciendo que, si le dedicaba todo mi tiempo a la informática y dejaba de hacer otras cosas, sólo así, iba a poder ser una profesional suficientemente buena. A los treinta me preguntaba por qué seguía empeñada en pintar si aún no había vendido ningún cuadro. A los treinta y cinco, por qué mi pasión por los algoritmos había desaparecido y pensaba todo el día en escribir cuentos, cuando en realidad también estudié para ser docente. La respuesta apareció por casualidad: la multipotencialidad, o la polimatía, o cualquiera de los términos que ayuden a describir esto.
Un polímata (del griego poli=mucho y matía=aprender) es un individuo cuyos intereses y conocimientos abarcan diversas disciplinas. Emilie Wapnick acuñó el término “multipotencial” para denominar a personas que no son “especialistas”, sino “generalistas”. Personas que tienen interés en diferentes campos y pueden desarrollar varias profesiones satisfactoriamente. Estas habilidades e intereses no siempre tienen algo evidente en común. Matemáticas y música, por ejemplo. O diseño de interiores y psicología. Les resulta difícil hacer una elección. Pero, ¿por qué deberían tener que elegir? Barbara Sher escribió un libro “Refuse to choose” (Niégate a elegir), en el que da el nombre de “scanners” a estas personas que saben de muchas cosas, pero no se especializan en ninguna de ellas, lo que les da una visión muy amplia sobre múltiples temas. Los “scanners” aprenden con facilidad, muchas veces de forma autodidacta, conectan habilidades aprendidas en la vida cotidiana, y se adaptan bien a los cambios. En ocasiones sus intereses o pasiones se desarrollan simultáneamente, y otras veces el foco de interés va cambiando en las distintas épocas.
Creo que cuando somos niñ@s todos somos multipotenciales. Cuando le preguntamos a un niñ@: ¿Qué quieres ser cuando seas grande? puede que muestre diferentes inquietudes, a veces sin mucha conexión aparente entre ellas, pero terminamos instándolos a que escojan una y solo una actividad que los defina. Frases como ¿a qué quieres dedicarte? nos enseñan que lo normal es acabar encontrando nuestro nicho. Asumimos que en algún momento de nuestras vidas tenemos que tomar una decisión y enfocar nuestro camino hacia un determinado lugar si queremos encontrar nuestro sitio en la sociedad. Cuando no sucede así, pensamos que hay algo erróneo en nosotros. Nos sentimos incomprendidos, confusos y a veces frustrados por no seguir un solo camino como la mayoría de las personas. R. me contó que necesitó que otra psicóloga le diga “¿Dónde está escrito que a alguien no puede gustarle muchas cosas a la vez?, para sentir que no había algo malo en él. Otras expresan alivio, que de repente, todo encaja: la razón por la que no puede encontrar la “verdadera” vocación es que en realidad tiene muchas vocaciones.
Una persona multipotencial es multiapasionada. Motivada por un insaciable deseo de saber e indagar en los múltiples aspectos de la realidad, puede que siga este recorrido: encuentra un tema de su interés, se embelesa por completo, lo persigue, analiza, lo estudia, adquiere información, trabaja en ello y al cabo de un tiempo, está listo para pasar a algo nuevo: otro tema llamó más su atención y cambia de ocupación. Quizá trabaja en ese campo otra temporada (más corta o más larga), y un tiempo después, algo nuevo vuelve a secuestrar su atención. El ciclo se repite y los temas de interés pueden no parecer relacionados entre sí para un observador externo, pero existe una coherencia lógica de uno a otro desde el punto de vista del individuo.
En nuestra cultura capitalista esto no está bien visto, ya que valora la especialización como sinónimo de profesionalismo y posibilidad de perfeccionamiento en un área durante toda la vida. En la antigüedad no era así. Por ejemplo, en China, en el siglo II A.C, los aspirantes a los cargos gubernamentales debían realizar exámenes de aptitud en una amplia gama de disciplinas, como poesía, música, caligrafía, aritmética, equitación, conocimiento de los escritos confucianos, ritos y ceremonias de la vida pública y privada. La mayoría de los filósofos de la antigüedad eran polímatas: Leonardo da Vinci (la imagen que ilustra este artículo es uno de los cuadernos donde escribía sus ideas y descubrimientos), Aristóteles, Descartes, Isaac Newton, Benjamin Franklin, sólo por nombrar a unos cuantos.
El concepto de especialidad está siendo cuestionado en nuestros días, aceptando otro: la multivocación. Hoy se sabe que la vocación no es un camino único, ni que se trata de descubrir aquello específico para lo que hemos sido “destinados”. Pero como el sistema educativo-laboral no tiene este enfoque, a menudo los multipotenciales abandonan carreras formales, de manera que no tienen los títulos que validen sus múltiples talentos y pasiones, y que les permitan ingresar en el mercado laboral en las áreas que quisieran. Ni qué decir cuando les toca explicar lo que hacen o han hecho ¡les resulta muy complicado!. C. cuenta así su trayectoria educativa y ocupacional: «Cambiaba de carrera, pasé por varias. Luego cambié de empresas, de trabajos, soy medio artista, medio tecnólogo”. Es interesante leer la biografía de Steve Jobs, un conocido e indiscutible multipotencial.
Heather Boorman dice que el verdadero problema con la multipotencialidad reside justamente en esa palabra: “potencial”, porque está orientada hacia el futuro y al logro, como si el valor estuviera determinado por lo que producimos y no por el simple hecho de que valgamos la pena por ser quienes somos. “Potencial” no sólo sugiere que lo que estás haciendo en este momento no es suficiente, sino que deberías desarrollarlo con el objetivo principal de lograr la excelencia. Esto de por sí llena de presión y expectativas externas, y cuánto más si hablamos de potenciales múltiples.
A todos ustedes, personas con multipotencialidades que andan por ahí les digo: elijan lo que desean hacer. Abracen su multiapasionamiento como un regalo. Persigan sus intereses, sus siete proyectos al mismo tiempo si lo desean. Cambien su carrera o pasatiempos cada cinco años. Esta es su forma de recorrer su camino. Son valiosas y valen la pena tanto si alcanzan la excelencia o no. Y, Como dijo Serena Williams:
No se preocupen por lo que piensen o digan los demás los demás, o cómo los demás necesitan etiquetarte. Nadie te puede definir, sólo vos.
2 Comments
Niña Axoltl
julio 14, 2022 at 8:39 pm -Encontrar una actividad que nos apasione profundamente es, para algunos, muy difícil. Incluso hay quienes nunca llegan a ese hallazgo. Entonces, ¿por qué estaría mal que muchas cosas nos apasionen? ¿Quién impuso ese criterio? ¿Qué asidero tiene?
En mi opinión, el valor más grande de este artículo reside en la mirada tendiente a «despatologizar» ciertas conductas y modos particulares de relacionarse con objetos vocacionales/ocupacionales.
Esa despatologización es clave para que aprendamos y/o transmitamos el mensaje de abrazar nuestras pasiones, sin pensar demasiado en las consecuencias y, en cambio, disfrutar del placer que nos generan.
Gracias!
LucidusEditor
julio 17, 2022 at 11:54 pm -Gracias a vos Niña Axolotl!