El filósofo alemán Martin Heidegger decía que generalmente vivimos en la inautenticidad, como un impersonal “Se”: nos comportamos, hablamos y valoramos como “se” habla, “se” comporta y “se” valora. Por una tendencia a desvincularnos de aquellos aspectos humanos que son amenazadores, confusos o incontrolables, tendemos a fundirnos en el “Otro” o en el “uno” de lo social, perdiendo lo que nos es propio.
Así, permanecemos en las habladurías –parloteando sobre intrascendencias constantemente–, en la constante búsqueda de novedades, señaladas por los medios de comunicación– y la ambigüedad. Aunque Heidegger aclara que cierta cuota de ambigüedad desempeña una función importante en lo cotidiano, ya que, si todo el mundo todo el tiempo desafía las formas convencionales de pensar y de vivir, sería difícil interpretar la vida cotidiana con sus convenciones.
Pero el hombre está impelido a escoger libremente su propio futuro y actualizar su mayor potencial de ser. Sigue diciendo el filósofo que cuando no nos permitimos o negamos nuestra libertad y responsabilidad, en vez de desarrollar nuestras posibilidades únicas, bajamos de nivel, diluidos dentro de un mundo público que reduce todo a un promedio uniforme y débil.
Vale la pena, cuando haga falta, profundizar en nuestra historia vital e identificar esos momentos críticos donde nos extraviamos, olvidamos una porción de nosotros mismos, no asumimos una tarea que se nos imponía como destino. O esos momentos donde, por diversas circunstancias, creímos que teníamos que estrecharnos en torno a un único proyecto de mundo, o empezamos a vivir con alternativas rígidas cada vez más irreconciliables. El proceso, a veces con la colaboración o facilitación de otro, es fascinante y liberador, y permite reconquistar el sentido profundo de la existencia como un poder-ser cada vez más Sí-mismo.
Me encantaría escucharte (por aquí o por privado)… ¿En qué cosas detectás que te comportás, hablás y valorás como “se” habla, “se” comporta y “se” valora? ¿Qué hacés al respecto?
2 Comments
Niña Axoltl, desde su celda
julio 6, 2022 at 8:14 pm -Como diría el GRAN Luis Alberto Spinetta: «Las habladurías del mundo no pueden atraparnos».
Creo que la libertad está dentro nuestro, en nuestro pensamiento y, al ser una facultad, depende de cada quién cómo instrumentarla. Ser uno mismo, es equivalente, a mi juicio, a ser libre. La contrapartida de eso es que, en ocasiones, irrumpa el sentimiento de «ajenidad» y la angustia por sentir que no perteneces. Y eso, en momentos como la adolescencia, representa una verdadera crisis. Con el tiempo y la madurez, es posible sopesar entre la genuinidad y pertenecer. Yo, opté por la primera cuando me di cuenta de la frustración que trae aparejado saber que no estás siendo vos mismo, sólo por pertenecer o por aparentar. No hay angustia más grande que ser consciente de que no estas siendo fiel a tu esencia.
LucidusEditor
julio 7, 2022 at 1:21 pm -Optar por la genuidad, me encantó! Gracias!